Desde hace casi dos milenios se conoce que la exposición a sonidos intensos incluidos en el campo auditivo producían déficits auditivos. Ya, Plinio el Viejo naturista y escritor romano en su Historia Natural describió la sordera de los pobladores próximos a las cascadas del Nilo. Hasta no hace muchas décadas el oído humano sólo se encontraba expuesto a sonidos procedentes de la naturaleza donde no existen sonidos de alta intensidad a excepción del ruido del agua o las tormentas. Pero a partir del uso de maquinarias desde las herrerías en la edad Media el inicio de la artillería en las guerras, se observó como los sujetos sometidos a sonidos de intensidades elevadas desarrollaban sorderas profundas. En el siglo pasado con la Revolución Industrial hubo un aumento exagerado de la exposición a ruidos intensos de la población laboral comenzando a presentarse hipoacusias en ferroviarios, tejedores etc. Tras la segunda guerra Mundial el número de pacientes afectados de trauma acústico se elevó tanto que el intento de su valoración llevó al invento y desarrollo del audiómetro eléctrico tal y como se conoce hoy en día. En la actualidad nos encontramos de lleno en la Sociedad del ruido. La industria, la locomoción el ocio son generadoras de ruido. Existen distintas definiciones sobre ruido. En síntesis el ruido es algo maligno que nos rodea por todas partes que a veces vemos como algo normal al ser característico de la sociedad actual. Muchos empresarios están orgullosos de sus fábricas porque sus maquinarias producen mucho ruido y esto se identifica con alta producción. En las zonas de botelleo pubs y discotecas si el escándalo es muy grande tanto mejor porque el sitio tiene más marcha y ese bramor sólo lo pueden aguantar los oídos jóvenes futuros sordos del mañana. El ruido como agente patógeno puede producir lesiones auditivas reversibles o que desaparecen al apartarnos de la fuente que lo origina, es lo que se conoce como fatiga auditiva. Otras lesiones llegan a ser permanentes en el órgano auditivo por lo que hablamos de trauma acústico establecido. El trauma acústico puede ser brusco o agudo producido por ruidos muy intensos de duración breve. Está relacionado frecuentemente por explosiones. Hay dos agresiones diferenciadas por un lado la onda expansiva o brusca variación de presión causada por la deflagración y que se propaga más rápida que el sonido y por otra el ruido de la explosión. La onda expansiva produce fundamentalmente lesiones en el oído medio, rotura timpánica, fracturas de los huesecillos, hemorragia en el oído medio, lesiones en el oído interno y laberinto (vértigos). Un ruido traumatizante total por ejemplo de 180 decibelios se asocia a tal cantidad de energía que al llegar al caracol lo puede destruir totalmente por el efecto mecánico. Se produce una hipoacusia inmediata y acúfenos o ruidos en los oídos que vuelven loco al paciente además de mareos intensos. El trauma acústico repetido o crónico responsable de la sordera profesional aparece en aquellos sujetos con exposiciones prolongadas a ruidos de intensidades de 80 a 90 decibelios. Son especialmente peligrosos los ruidos intermitentes e impulsivos. Las frecuencias más lesivas para el oído interno son las que se encuentran entre 2000 y 3000 HZ. Los efectos nocivos del ruido sobre el órgano de Corti o caracol se han demostrado tanto experimentalmente como en el oído interno humano tras el fallecimiento. Se observan principalmente al inicio de la agresión la desaparición progresiva de las células ciliadas externas hasta la destrucción de todo el órgano de Corti. El trauma acústico crónico en el centro de trabajo es causa de la llamada Sordera Profesional. Se define como la sordera de percepción irreversible, bilateral, de carácter nervioso o perceptivo neurosensorial por daño coclear. Afecta a las frecuencias conversacionales y es el resultado de la evolución de una hipoacusia progresiva y sordera de la zona supraconversacional del campo auditivo. Los antecedentes históricos de legislación sobre el ruido se remontan hasta la Grecia clásica y el derecho romano. Así en la ciudad de Síbaris junto al golfo de Tarento en Calabria, perteneciente a la Magna Grecia, y conocida por sus costumbres refinadas; ya en el año 600 aJC los gobernantes prohibieron trabajar los metales a martillazos dentro de los límites urbanos. Existe un curioso decreto bando del Concejo de Madrid que a principios del siglo XVIII desalojaba por la fuerza de la Plaza de los Herradores de Madrid a los industriales que trabajaban allí a todas horas martilleando los metales. En 1980 un grupo de trabajo de la OMS da a conocer los criterios de salud ambiental aplicables al ruido. En 1987 año europeo del medio ambiente, la CEE promueve una campaña de protección y afirma que el ruido es uno de los principales contaminantes. En 1988 se celebró en Zaragoza el Congreso Nacional sobre ruido y se confecciona un documento afirmando la peligrosidad para la salud de los ciudadanos por efecto del ruido, defiende el derecho a la seguridad e intimidad personal y familiar, como bienes sociales que son atacados por el ruido, y declara como un atentado a la constitución al que lo provoca de forma indiscriminada. Posteriormente aparece el RD 1316/1989 encargado de velar por la seguridad contra el ruido en nuestro centro de trabajo. El valor de 80 decibelios se convierte por ley en la dosis máxima de ruido equivalente diario a partir del cual es necesario tomar unas medidas correctoras o preventivas. La Ley del Ruido (BOE 18 de Noviembre de 2003), incorpora la Directiva 2002/49/CE en vigor desde Julio de 2002, nos dice que se deben elaborar mapas de ruido en las 15 ciudades españolas de más de 250000 habitantes antes de 2007, y para el resto antes de 2012. Obliga a disponer de planes de acción y medidas correctoras del problema, estableciendo Zonas de Servidumbre Acústica en torno a infraestructuras y equipamientos públicos. Sin embargo toda esta normativa se transfiere a reglamentaciones que todavía no están elaboradas. En el medio laboral la prevención contra el ruido traumatizante tiene la mayor importancia. Aunque la sordera profesional no es frecuente en trabajadores de oficinas, la presencia de ruido aunque sea leve es perturbador ya que este tipo de trabajo precisa una concentración elevada, y una toma de decisiones alta (más de 10 por hora). Se precisa entonces un nivel de confort para facilitar la comunicación verbal cuantitativa y cualitativa, por lo que el nivel de ruido no debe superar los 55-65 decibelios en frecuencias medias. Las conversaciones de fondo son las más perturbadoras porque distraen fácilmente a los que están trabajando. Mencionaremos a continuación los efectos extraauditivos del ruido sobre el organismo. El oído es el desencadenante fundamental de la situación de alarma en su misión más antigua y en los seres vivos en general, ante la aproximación del enemigo. Por eso está conectado con otros sistemas iniciando la alerta, el miedo el ataque o la huida. El ruido puede producir alteraciones relacionadas con el stress. Bradicardia, taquicardia, alteraciones gastrointestinales, reactivación de la úlcera de estómago, hipertensión, trastornos cardiocirculatorios, disturbios endocrinos, etc. Puede originar alteraciones síquicas, disminución del rendimiento intelectual, pérdida de atención, trastornos de conducta y agresividad. Alteraciones del sueño. Problemas en la voz. Problemas en el embarazo (la pared abdominal de la madre sólo atenúa 20 decibelios), disminución de peso en el recién nacido. Está descrito la baja producción de leche en las vacas que viven junto a los aeropuertos, o las gallinas que dejan de poner huevos en las mismas circunstancias. Hoy día la música-ruido es el principal reclamo de los lugares de encuentro y esparcimiento para los jóvenes, que son capaces de aguantar altas intensidades de hasta 120 decibelios a costa de ir quedándose sordos con sucesivas exposiciones. Este es un hecho diferencial y marcador de la juventud, ya que los oídos de la gente mayor no pueden soportar tanto. La música atronadora extrema los tonos graves y agudos aplanando los medios, los altavoces se colocan como totems agresivos, y los cuerpos son sacudidos por las vibraciones. La conversación es imposible sólo se puede beber y bailar. La tempestad de los decibelios hacen temblar el subterráneo, los festivales atronadores inducen la fusionalidad de los individuos pegados unos contra los otros, coloca a los más jóvenes en un sentimiento de pertenecer a un nuevo mundo, les estalla y les abate, los valores de autoridad desaparecen, la revuelta, el vitalismo instintivo, la turgescencia sexual, la libertad del agua brotan. Estos hechos marcan nuestro momento como el punto crucial en el cual el ruido es utilizado como arma contra el vecino, siendo realmente un factor de disturbio ecológico que puede originar enfermedades, accidentes y pérdidas económicas. El día 20 de Abril de 2005 se dedica a lucha internacional contra el ruido, es el momento de declararle la guerra al ruido.
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